martes, 6 de noviembre de 2007

Comentario a La evaluación en la enseñanza de la Lengua de Juan Manuel Álvarez Méndez

En este artículo, Álvarez Méndez reitera algunas de las ideas que presenta en otros de sus textos, como es la de resaltar la dimensión ética de la evaluación y la necesidad de cuestionarnos sus fines. Para mí destaca la idea de que la evaluación tiene fines explícitos pero también otros implícitos u ocultos. Para desvelar éstos últimos, es necesario plantearnos los siguientes interrogantes: al servicio de quién o de qué está la evaluación, quiénes se benefician de ella, qué uso le damos, cómo se utilizan los resultados.
Si los profesores nos planteamos estas preguntas, descubriremos algunas de las funciones implícitas de la evaluación escolar y probablemente dejaremos de utilizarla con propósitos que no son propiamente educativos. El problema radica en que la mentalidad burocrática ha invadido la evaluación como si fuera un tumor maligno, y el resultado es que ya no se utiliza para aprender y por lo tanto para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Lo que resultó muy novedoso para mí en el artículo de Álvarez Méndez es lo que él mismo llama “Propuesta para la innovación de las prácticas de evaluación” y que resume de la siguiente manera: Dejemos las formas, cambiemos los usos. Habla de la dificultad de llevar a la práctica las formas alternativas de evaluación y propone utilizar las técnicas tradicionales pero con fines que sí sean educativos y no se propongan, como ha sido hasta ahora, controlar, excluir, castigar. En otras palabras, hay que desburocratizar la evaluación tradicional con sus propios procedimientos. Esto me hizo pensar que en ocasiones sucede lo contrario: hay docentes que creen aplicar evaluaciones alternativas al utilizar formas, ropas, nuevas pero con los propósitos de siempre.
Éste artículo se refiere a la evaluación de la lengua en general, pero nos da muchos elementos que también nos pueden hacer reflexionar en el ámbito de la enseñanza de las lenguas extranjeras. Esperemos que como resultado de nuestras reflexiones recuperemos los fines para los que debe realizarse una evaluación, que son los que persiguen el mejoramiento de la enseñanza y el aprendizaje, en beneficio tanto de los alumnos como de los profesores.
Pablo Peñaloza Díaz

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